Su vida
era un "rizo" constante.
Le regalaron
una piruleta.
Tenía que comérsela
en un castillo.
El camino sería largo.
Pero ella era valiente.
No se lo pensó dos veces.
Cogió lo imprescindible
y una manta
que le acompañaba siempre.
Ella y su piruleta
pasaron adversidades
en el camino.
Pero consiguió
llegar.
Un castillo
nada tétrico.
Todo lo contrario.
Lo que no sabía ella
es que ahí se encontraría
con otro "rizo" de la vida.
Pero esta vez
un rizo suave y nada guerrero.
La piruleta
era lo de menos.
Era la excusa
para seguir un camino.
Su camino.
Escrito por María del Río.
sábado, 19 de diciembre de 2009
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