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domingo, 8 de febrero de 2015

La Tostadora

Lo que veía ya no era de su agrado. Ella quería hacer de las tempranas mañanas el mejor desayuno tostado. Pero eso no ocurría desde hacía tiempo. Concretamente desde que ella se fue sin avisar. Ahora ya no había desayunos donde la complicidad abundaba por todos los costados. Él la echaba de menos pero ella, la tostadora, también. El paisaje que tenía ahora ya no era el de una mujer risueña y guapa a rabiar sino el de una mandarina que nadie querría comer. 
Escrito por María del Río.