LLuvia.
Un Semáforo en rojo.
Una mujer.
De estilo ininterrumpido.
Zapatos de tacón
de color añil.
Piernas interminables.
Medias de rejilla.
Abrigo
que daba permiso
para marcar un estilizado cuerpo.
Esa Mujer.
Los coches se descolocaban
en esa noche de lluvia.
Ella con un espejo
en una mano.
En la otra un Rimmel.
Nunca se había visto a una mujer
con tanta clase
a la hora de maquillarse.
Ella no se inmutaba.
Pero tenía a la calle alborotada.
Semáforo en verde.
Era su momento.
Era su contoneo.
Cruza la calle.
El asfalto gritaba
de excitación.
Pero más lo hacía
el hombre que le estaba esperando
al otro lado de la calle.
Escrito por María del Río.
Un Semáforo en rojo.
Una mujer.
De estilo ininterrumpido.
Zapatos de tacón
de color añil.
Piernas interminables.
Medias de rejilla.
Abrigo
que daba permiso
para marcar un estilizado cuerpo.
Esa Mujer.
Los coches se descolocaban
en esa noche de lluvia.
Ella con un espejo
en una mano.
En la otra un Rimmel.
Nunca se había visto a una mujer
con tanta clase
a la hora de maquillarse.
Ella no se inmutaba.
Pero tenía a la calle alborotada.
Semáforo en verde.
Era su momento.
Era su contoneo.
Cruza la calle.
El asfalto gritaba
de excitación.
Pero más lo hacía
el hombre que le estaba esperando
al otro lado de la calle.
Escrito por María del Río.
Buah!! menuda imagen......me fascina.....quiero ser ella.
ResponderEliminarYa sé quien eres...jejeje...
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