No era para menos.
A la niña le habían arañado.
Un Arañazo que pesaba.
Hizo que se escondiera.
Débil.
Siempre soñaba
que le regalaban un ventilador.
Se despertaba con aire.
Se dormía sin él.
A pesar del tragaluz de su habitación.
Y es que ese Arañazo
conllevaba más cuidados
que una tirita.
Escrito por María del Río.
sábado, 19 de diciembre de 2009
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