Un mes antes del esperado Carnaval los niños y niñas de mi clase ya estaban nerviosos.
Quizás porque querían ganar el concurso al mejor disfraz.
Quizás porque querían transformarse en lo que realmente eran al menos por un día.
Todos comentaban lo que querrían ser ese día y yo siempre mantenía silencio pero mis ojos delataban algo. Observaba que cada año eran los mismos disfraces.
Las ventas de "princesas", "superman", "hombres araña"," payasos" y "brujas" se disparaban en los grandes almacenes.
Por no decir el de "fantasma" que a pesar de ser el disfraz más fácil de hacer (una simple manta) las mamás lo compraban.
Yo detestaba esos disfraces y cuando quedaba poco para ese "día carnavalero" en mi casa empezaban a estar nerviosos.
Lo que estaba claro es que si me disfrazaba lo haría de verdad.
El proceso del disfraz era lo mejor para mí aunque no sé si para mis padres.
Voy a pensar que sí porque cuando llegaba el día en el que se "me encendía la luz" y deliberaba cuál
iba a ser mis disfraz, mis padres y hermano, literalmente, "se caían al suelo de la risa".
Evidentemente, acto seguido me decían "eso es muy difícil de hacer" y yo les daba la razón pero que por ese motivo y por otros varios lo íbamos a hacer.
Toda mi casa se revolucionaba y la niña conseguiría sacar a la luz esa idea.
La que más lo padecía era mi madre pero siempre le decía que iba a ser el "carnaval de nuestra casa" y que yo lo mostraría orgullosa en el colegio.
Quizás debería desvelar todos mis "surrealistas disfraces" a lo largo de muchos años.
Desvelaré algunos.
De Racimo de Uvas Verdes ( conseguimos una máquina de inflar globos y mi casa fue "un soplido risueño constante" y mi carita el "tallo" pertinente).
Fue la Revelación de ese año.
De Bolsa para comprar el Pan (os dejo imaginar como debió quedar pero os anticipo que causó furor).
De Bombilla (mis mofletes nunca han estado tan amarillos).
Y sin más diré que jamás me disfracé de "princesa".
No me hacía falta.
En mi casa lo era siempre.
Pero mi padre siempre recalcaba que no era una princesa de esas típicas.
Era "la Princesa Guerrera y Pensante".
Todavía lo sigo siendo o eso dice él.
Escrito por María del Rio.
Quizás porque querían ganar el concurso al mejor disfraz.
Quizás porque querían transformarse en lo que realmente eran al menos por un día.
Todos comentaban lo que querrían ser ese día y yo siempre mantenía silencio pero mis ojos delataban algo. Observaba que cada año eran los mismos disfraces.
Las ventas de "princesas", "superman", "hombres araña"," payasos" y "brujas" se disparaban en los grandes almacenes.
Por no decir el de "fantasma" que a pesar de ser el disfraz más fácil de hacer (una simple manta) las mamás lo compraban.
Yo detestaba esos disfraces y cuando quedaba poco para ese "día carnavalero" en mi casa empezaban a estar nerviosos.
Lo que estaba claro es que si me disfrazaba lo haría de verdad.
El proceso del disfraz era lo mejor para mí aunque no sé si para mis padres.
Voy a pensar que sí porque cuando llegaba el día en el que se "me encendía la luz" y deliberaba cuál
iba a ser mis disfraz, mis padres y hermano, literalmente, "se caían al suelo de la risa".
Evidentemente, acto seguido me decían "eso es muy difícil de hacer" y yo les daba la razón pero que por ese motivo y por otros varios lo íbamos a hacer.
Toda mi casa se revolucionaba y la niña conseguiría sacar a la luz esa idea.
La que más lo padecía era mi madre pero siempre le decía que iba a ser el "carnaval de nuestra casa" y que yo lo mostraría orgullosa en el colegio.
Quizás debería desvelar todos mis "surrealistas disfraces" a lo largo de muchos años.
Desvelaré algunos.
De Racimo de Uvas Verdes ( conseguimos una máquina de inflar globos y mi casa fue "un soplido risueño constante" y mi carita el "tallo" pertinente).
Fue la Revelación de ese año.
De Bolsa para comprar el Pan (os dejo imaginar como debió quedar pero os anticipo que causó furor).
De Bombilla (mis mofletes nunca han estado tan amarillos).
Y sin más diré que jamás me disfracé de "princesa".
No me hacía falta.
En mi casa lo era siempre.
Pero mi padre siempre recalcaba que no era una princesa de esas típicas.
Era "la Princesa Guerrera y Pensante".
Todavía lo sigo siendo o eso dice él.
Escrito por María del Rio.
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