que no se miraba al espejo.
Hoy era el primer día.
Su Abrigo verde lo merecía.
Ella lo merecía.
Dejaba de lado
un dolor
puro
sin lujo ni artificio.
También dejaba
la pereza.
Me han comentado
que esos "dos estares"
los mandó
a una Calle
muy conocida.
Y no es la Calle Melancolía.
Hoy ella
se había mirado
y
los reflejos
le eclipsaron
con otro estar.
Un estar
jugoso
crujiente
y
matizado
de la mejor manera.
Escrito por María del Río.
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