gritó
un deseo.
Él hizo caso
a su petición.
Y es que no era para menos.
El deseo
era
jugoso
salado
crujiente
muy tentador
y
con mucha vida.
La aventura
era la siguiente.
Méjico.
Unas olas de escándalo
a la vez
que tranquilas.
Un Cadillac
y
música
a elegir.
La condición
era
que ese viaje
no permitía
ir solo.
Tenía dos billetes
de ida
y vuelta abierta.
Muy abierta.
Menuda condición!
Era más bien
el mejor regalo.
Viajar
con su gran amigo Rober.
Así lo hicieron.
Méjico
les acogió
con
todo el acento.
Las olas
se enamoraron
de ellos.
Y el Cadillac
les brindó
los mejores paseos.
El Callejón de la Vida.
Hay pocos.
Así que
hay que agarrarse
siempre.
Arriesgando.
Escrito por María del Río.
Gracias!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarbesazo