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domingo, 10 de enero de 2010

El Callejón

Ese Callejón

gritó

un deseo.

Él hizo caso

a su petición.

Y es que no era para menos.

El deseo

era

jugoso

salado

crujiente

muy tentador

y

con mucha vida.

La aventura

era la siguiente.

Méjico.

Unas olas de escándalo

a la vez

que tranquilas.

Un Cadillac

y

música

a elegir.

La condición

era

que ese viaje

no permitía

ir solo.

Tenía dos billetes

de ida

y vuelta abierta.

Muy abierta.

Menuda condición!

Era más bien

el mejor regalo.

Viajar

con su gran amigo Rober.

Así lo hicieron.

Méjico

les acogió

con

todo el acento.

Las olas

se enamoraron

de ellos.

Y el Cadillac

les brindó

los mejores paseos.

El Callejón de la Vida.

Hay pocos.

Así que

hay que agarrarse

siempre.

Arriesgando.

Escrito por María del Río.

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