al lobo bueno
detrás de nuestra oreja.
Y también al malo.
Pero a veces
la escucha
está descompensada.
A pesar
de temer
al lobo malo
reconozco
haberle dado
mucha cabida
en mi escucha.
Tanta cabida
que
el Lobo Bueno
está famélico
y desaborío.
Así
que ya
es hora de equilibrar
la balanza.
Bueno
pensándolo
mejor
no la quiero equilibrar.
Quiero que el Lobo bueno
esté más que cubierto
en toda
la Pirámide Alimenticia.
Y es que
no me importa
que tenga sobrepeso.
En este caso
no me importa.
Mi Oreja
se merece
engordar
de buena escucha
y adelgazar
de malos pensamientos.
Más adelante
ya decidiré
como unir
a los dos Lobos.
Quizás lo haga.
Quizás no.
Escrito por María del Río.
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