subió
con la Escalera.
Y llegó
a los tejados más antiguos
de toda la Ciudad.
Quizás
una de las ciudades más hermosas.
La Lluvia
quiso acompañarla ese día.
El viento también
le acompañó.
Era un día gris
en todos los aspectos
y parecía no remontar.
Pero a ella
no le importaba.
Veía belleza en él.
Y es que sufría
el Síndrome de Riley-Day.
Afortunadamente
no sufría todos los síntomas.
Pero uno de ellos sí.
Un síntoma
que nos vendría bien a todos
en determinados momentos.
La incapacidad para sentir Dolor.
Ahora bien.
Sería bueno sólo en cortos espacios de tiempo.
Y es que si se se tiene dolor
es que sientes y padeces.
Y eso forma parte de la Vida.
A ella
esa incapacidad momentánea le vino bien.
Pero en su sueño.
Porque fue un sueño.
Escrito por María del Río.
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