Cuando la conocí me enamoré de ella al instante.
No era mía pero conseguí abrazarla y mimarla para que se encandilara de mí.
Me lo tuve que currar mucho pero poco a poco su respaldo sólo quería mi espalda.
Y así comenzamos un idilio en el que cada noche antes de irme a dormir,
mi espalda, con todos mis miedos y alegrías, se juntaban con el calor
de su metal.
Esta silla salió de una película llamada "Bajo las estrellas" y llegó a una casa en la que yo conocí a alguien que me llevó a la luna.
Y ahora como si de una mascota se tratara, mi amor incondicional hacia ella, hace que me la lleve a mi nuevo hogar.
Prometo cuidarte y darte el lugar que te mereces.
Gracias por aguantar mis despertares matutinos y mis inseguridades en
algún momento.
Pero sobre todo, gracias por dejar reposar todos mis
pensamientos y darme los mejores consejos.
Escrito por María del Río.
martes, 18 de abril de 2017
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