Cuánto poder puede llegar a tener un olor (para bien y para mal claro).
Hoy, un olor me ha trasladado a un momento único de mi vida.
Era una tarde de verano en un campo y lloviendo como si no hubiera fin.
Yo con un chico que me gustaba a rabiar riéndonos sin parar y
despojándonos de esa inocencia de adolescencia y nutriéndonos de
sensaciones nuevas.
Recuerdo que ese día no me importó que la lluvia me
empapara, más bien lo contrario.
Si Woody Allen nos hubiera espiado
podría haber cogido esa escena para rodar mucho antes la película Match Point.
Ese olor era el de césped recién mojado por la lluvia.
Benditos olores que a veces te sacan una sonrisa y hacen que por un momento vuelvas a tener esas mariposas en el estómago.
Escrito por María del Río.
martes, 18 de abril de 2017
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