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viernes, 26 de agosto de 2016

H de Humor

Estos tres individuos se toman la vida con humor.
Van a la pastelería a comprar velas y piden 215.
La pastelera se queda un poco sorprendida y vuelve a preguntar la cifra.
Mi padre con semblante serio le dice que sí, que son esas las cifras. 

Le explica que ellos tres cumplen esa edad siendo amantes.
Y mi madre y el mejor amigo de ellos asienten y les entra la risa claro.
Así son ellos.
Se ríen de la edad y disfrutan la vida.
Con mucho humor claro.

Escrito por María del Río. 

M

Mis padres siempre me decían que cuando este tio de la foto supo que iba a tener una hermanita no hubo ni un ápice de celos por su parte.
Es más la impaciencia se apoderó de él cuando yo, por avatares de la vida, no tuve un nacimiento normal.
Siempre miraba mi cuna y le decía a mi padre cuando estaría en casa.
El día que por fin llegué a casa, había noches que el llorar era mi momento preferido. Y él con 3 añitos, se levantaba, cogía el biberón y me lo daba entre las rendijas de la cuna.
Hablaba con la "z" y me decía que no podía estar llorando todo el rato porque los papás tenían que descansar.
Así visualizaron esa escena mis padres desde la puerta de la habitación y desde ese día supieron que él y yo seríamos uña y carne.
No se equivocaron.
Él es mi hermano pero mi amigo y confidente durante toda mi vida. Ah! Y el que me acaricia los mofletes sin mesura porque dice que son antiestrés.
Que suerte tengo.
Gracias Miguel.

Escrito por María del Río.

 

jueves, 28 de julio de 2016

Melancolía

¿Melancolía? Sí.
Pero felicidad también.
Y es que nos empeñamos en pensar que ser melancólico es aferrarse al pasado y no vivir el presente.
Todo depende de cómo "pasees" con ella.
Con la melancolía.
Yo paseo con ella de la mano (con la izquierda) y con la derecha hablo con el presente.
A la melancolía la llevo a tomar café para que los recuerdos sean repletos de adrenalina y al presente lo llevo a tomar un vino que se toma a sorbitos pequeños para que disfrute el momento.
Reconozco que hoy he sacado a pasear más a la melancolía. No pasa nada de vez en cuando.
Y es que recordar un paseo con mi padre por la Diagonal de Barcelona, que me proteja mis hombros con su brazo, que me compre un libro y se impaciente en decirme que si quiero cenar un buen vino, jamón ibérico, queso manchego y un buen pan de pueblo y que culminemos el paseo sentándonos en un banco (nuestro banco) preguntándonos qué haríamos si nos dieran tres vidas...pues la verdad...ser melancólica me hace feliz.
Por cierto, una de sus vidas sería volverme a tener, la otra ser viajante para no perderse ninguna cultura ni rincón de la tierra y la otra ser librero.
Mañana sacaré a pasear al presente y la melancolía le pedirá disculpas por haberme cogido demasiado fuerte de la mano.

Escrito por María del Río.

28

Esos días en lo que...
Sin saber por qué te ves batallando contigo misma y no llegas a ningún acuerdo.
Y te enfadas más claro.
Hasta que llega el día en que caes en la cuenta, como si de repente fueras una niña y descubrieras todo, que no eres tú.
Es la maldita hormona que hace de las suyas y te confunde y reconfunde.
Y acabas hablando con ella y le dices: Tía vale ya. Haz tu labor y déjame tranquilita un rato, que ya me has hecho dar una mala contestación al de la tienda de al lado, discutir con el semáforo en rojo, llorar con un anuncio de un banco (Sí, un puñetero banco! ) y me has hecho comprar chorizo que no me gusta pero parece ser que a ti si.
En fin, no pretendo ser un anuncio antievax pero si encontrar un punto en común en la que tú, hormona, y yo entablemos una relación no ya de amigas, sino cordial. Más que nada porque cada 28 días nos vamos a tener que ver y aunque no te caiga bien, si te empeñas, verás que soy una tipa sociable y sencilla. No seas tan rebuscada y disfruta de la vida señorita hormona.
Atentamente,
María.

Escrito por María del Río. 

lunes, 13 de junio de 2016

Por pedir que no sea

No sé cómo acabará esto pero te pido varias cosas.
Volvamos a revivir todo lo pasado.
Nuestra primera mirada.
Mi torpeza al hablarte y la tuya al besarme.
Cómo respetaste que nuestra primera noche fuera con pijama y habláramos hasta las 9 de la mañana.
Ese día posterior con esa cara de atontamiento y felicidad.
Ese momento que me pediste pasar el día y no la noche.
Otro día que me propusiste cuidarme para el resto de los días.
El día que no me diste un beso de despedida y me diste las llaves de tu casa.
Cuando ví que en tu casa había cambiado algo. No tomabas café y de repente ví una cafetera para la chica más cafeinómana del planeta.
Cuando después del primer enfado conseguiste que me quedara contigo.
Ver como dejas todo para abrazarme.
Enseñarme a dar cariño de una manera que a la que no estaba acostumbrada.
Aprender a ser más marciana explicándome qué tienen los otros planetas.
Que me cuentes cuentos para dormirme y que te duermas tú antes de que llegues al desenlace de éste.
Respetar mi tan necesario espacio vital.
Que me caiga por la calle y te rías de lo patosa que soy.
Que te rías otra vez cuando digo algún refrán pero al revés.
Soportar mi despertar de la mañana y acariciar todo el día restante.
Esto y más te pido.
No sé cómo acabará todo esto.
Pero si volvemos a revivir y a vivir todo esto creo que así no tendrás que recordarme.
Y menos, olvidarme.
Gracias.

domingo, 29 de mayo de 2016

PROVOCAR

Hace unos meses estando en urgencias me topé con alguien que me sorprendió por como cuidó de mi brazo derecho al ponerme la aguja para hacerme unos análisis.
Pero lo que más me sorprendió fue la belleza de esa chica.
Y pensé que mucho le debía gustar su profesión para que no hubiera acabado siendo portada de mil revistas.
Que bien la hicieron sus padres para que cada célula fuera tan sumamente perfecta y atractiva.
Sí, siempre he sido una observadora nata y cuando veo algo bello no me puedo contener y lo digo. Mientras me ponía la aguja le pregunté si le gustaba su profesión y me dijo que si pero que los sueldos dejaban mucho que desear. Le dije que si se había planteado alguna vez de ir a una agencia de publicidad.
Se sonrojó en seguida y me dijo ¿tú crees?. Y rotundamente le dije que si. Nunca se sabe, a lo mejor te puedes ganar un dinerillo extra. Y me dijo, pues mira pacientes como tú que me digan eso no me topo cada día, así que hoy me has hecho feliz y voy a probarlo.
Ya me contarás algún día le dije, o mejor dicho espero verte en alguna revista o la televisión porque verte aquí en este espacio blanco repleto de agujas no sería buena señal de que estoy bien.
Casualmente fui a recoger unas pruebas el otro día y me encontré a la "belleza" del hospital. Me miró, me abrazó y me dijo gracias.
Los pacientes que estaban ahí observando el momento miraban con asombro.
En un hospital es más normal que el paciente se abrace al médico o a la enfermera tras una buena noticia médica. Pero en este caso fue lo contrario. Y yo me alegré claro.
A la chica en cuestión le había salido un anuncio.
Seguí tus consejos y gracias a ti voy a poder llevar a mi hijo a ver a sus abuelos a Buenos Aires me dijo.
Sí, a mi me pasan estas cosas.
Pero sinceramente no creo que sean casualidades.
Si tú quieres puedes provocar felicidad desinteresadamente.
Escrito por María del Río.

miércoles, 18 de mayo de 2016

M

Pocas veces he tenido un flechazo como tuve contigo.
Sí. Lo tuve en toda regla.
Desde que te pude sentir andando supe que me engancharías. Afortunadamente no fue un enganche de esos tóxicos.
Fue placentero y sin tiras y aflojas.
Me despedí de ti pero sabiendo que tú y yo pronto comenzaríamos un idilio de lo más fogoso.
Un día después de poner mi último punto en mi último examen de derecho me dije que ansiaba conocerte, abrazarte, quererte y que tú sintieras lo mismo.
Así que con todo el morro cogí un avión y me planté delante de ti. Y te dije aquí estoy, con mis miedos y curiosidades de una chica de 22 años.
Sé que no soy una tipa guapa a rabiar pero vas a caer rendida a mis pies. Lo sé. Y así fue.
Nos enamoramos desmesuradamente.
Hasta hoy.
Han pasado 14 años y tras haber pasado 4 meses fuera por motivos nada agradables, no sabes cuánto te he echado de menos.
Pisar tu asfalto y bailarte, acariciar tu luz, darte un abrazo de los que acogen toda tu cabeza y cuerpo de norte a sur, respirarte y olerte.
Hoy por fin he podido hablarte, llorarte y amarte más aún si cabe.
Por ello me declaro otra vez diciéndote "Madrid te quiero".
Me has dado una vida que no cambio por nada.
Mi VIDA. Que no es poco. 

Escrito por María del Río.

lunes, 16 de mayo de 2016

I´M ON FIRE

El sábado pasado tras toparme con una médico que no me atendió bien (o mejor dicho, no me atendió) cogí un taxi a las 1 de la mañana impotente de no haberle podido decir 4 palabras que la dejaran seca. Raro en mí que no pudiera articular palabra la verdad.
Me subí al taxi viendo cómo la gente celebraba la victoria del barcelona y otras caras felicianas al haber ido a ver al Boss.
Evidentemente yo poco tenía que celebrar pero de repente me ví en la calle que divide el mar y la montaña en Barcelona con un taxista que conducía al son del tema musical "I'm on fire" de Bruce Springsteen. 
Al cabo de unos segundos él empezó a cantarla y fue en ese preciso instante cuando pensé: que no acabe la canción, que no pare de cantar y que no llegue a mi destino nunca.
No es que me quisiera ir con el taxista sino que me quería quedar en ese momento y con esa voz durante horas. No pude contenerme y le pregunté que si había podido ir al concierto. Desgraciadamente no pudo ir porque su cuenta corriente no se lo permitía y que deseaba que algún día él y su hijo lo pudieran ver. 

Le dije que lo había visto en un concierto hace 18 años y ansioso me pidió que le contara cómo fue para mi esa experiencia para así poder acercarse más a su ídolo. 
Se lo conté mientras veía que mi destino estaba a escasos metros y le pedí algo antes de pagarle. 
Que me tarareara "I'm on fire". Él se rió pero lo hizo. 
Y le dije "cantas mejor que él". A mi me has hecho feliz. 
Se sonrió y me dijo: "A mi también, gracias."
Otra vez pienso lo mismo.
Cuánto poder de unión y magia tiene la música.
Es el mejor antibiótico para la vida.

Escrito por María del Río.
 

INICIOS

Los comienzos suelen ser difíciles pero a la vez gratificantes.
¿A quién no le ha inquietado ese momento en el que conoces a alguien (por poner un ejemplo), te sientes cómodo con esa persona, te sorprende que te pase eso y a veces hasta te asusta?.
Sí, todo tipo de comienzos siempre pecan de incertidumbre pero que gratificante es descubrir por uno mismo el nudo de la historia con todo sus matices.
Ahora mismo los desenlaces no me importan.
Escojo caminar y recorrer al lado de los puntos, comas, palabras y frases.
Hace un tiempo que mi cabeza no ha dejado espacio para que mi imaginación cree historias y conjeturas que compartir. 

Me he asustado hasta tal punto que hasta he llegado a pensar que mi humilde manejo y destreza a la hora de crear situaciones, había desaparecido.
Quizás sí ha pasado esto pero hoy me he despertado pensando que ya era hora de mimar la imaginación y comenzar algo que había abandonado. 

Sin miedo, sin juzgarse y sin más pretensión que evadirme por un rato de un calvario físico y anímico que esta en mí.
Como dice Serrat, "hoy puede ser un gran día " y por lo menos he conseguido iniciar algo: un estar, compartirlo y pensar que mañana el nudo de la historia camine a mi lado y de la mano a poder ser.

Escrito por María del Río.
 

VIVAMOS

Perdemos mucho tiempo en pensar cuál será nuestro destino, qué llegaremos a ser, si tendremos esto y lo otro y una larga lista de propósitos absurdos, sin darnos cuenta que no importa dónde llegues sino el camino recorrido sin rumbos prefijados.
Vivamos más la trama que el desenlace.

Escrito por María del Río. 

domingo, 17 de enero de 2016

ANGST

Me pregunto cuántos tipos de miedos puede llegar a tener el ser humano.
No sé la cantidad exacta pero si sé que son infinitos.
Yo los clasifico en dos.
Los reconocidos y los escondidos.
Y como a mi me gusta la complejidad, hablaré del segundo tipo.
Hoy en día, reconocer que se tiene miedo por algo, denota que no eres fuerte.
Menuda tontería.
Tener miedo denota sentir y no deberíamos esconder eso.
Y me incluyo. Pero desde hace algún tiempo lucho porque así no sea.
Así que me lanzo con todas las de ganar y os regalo a modo de escritura algunos de mis miedos.
Miedo a ser rechazada.
Miedo a no saber.
Miedo a ser juzgada.
Miedo a decir no.
Miedo a fracasar.
Y ahí va mi preferido. Miedo a tener miedo.
Así, sin más, me doy cuenta que ya no son escondidos y son reconocidos.
Ahora sólo falta acercarse a ellos y pedirles una cita. Después, invitarles a una buena conversación y si hay feeling besarnos. Y de ahí empezar una relación sin ataduras pero repleta de risas y contoneos sensuales.
Y ahora os dejo que he quedado a las 20 horas con el sexto miedo citado.
Es el primero que me ha descolgado el teléfono y encima ha sido original.
Me ha hablado en alemán.
Y es que personalmente "miedo" en alemán como que me suena mejor.
Mañana os cuento que tal me ha ido la cita con él.
Con el sexto "Angst".
Escrito por María del Río.


viernes, 15 de enero de 2016

Frescura

Agua caliente que me cae sobre todo el cuerpo. A ratos la cambio a más fría para espabilarme. Siento que es como si buscara alguna cosa.
Y sí.
Lo que estoy buscando es no perder la frescura.
No perder la frescura de llorar. Pero no puedo.
Es entonces cuando me acuerdo de esa película ñoña  llamada "Holiday " en la que Cameron Diaz nunca consigue llorar porque está bloqueada. Y me consuelo pensando en el guionista que escribió eso.
A veces estamos tan empeñados en no mostrarnos sin corazas, que no dejamos que determinados estados anímicos muy necesarios, hagan su función.
Llorar no denota fragilidad.
Es un sentimiento tan necesario como otro.
Quizás es la ducha más larga que he tenido desde hace unos años. Y me ha sentado bien.
Al final he conseguido que las dos aguas se mezclaran sobre mi cuerpo.
La potable y la más salada.
La de mis lágrimas.
Pensaba que la había perdido.
Y no.
La frescura sigue ahí.
La de llorar pero la de reir también. 

Escrito por María del Río. 


















jueves, 7 de enero de 2016

Tan humano como Tú

¿Os habéis parado a pensar cuántas vidas nos perdemos por ser políticamente correctos?
Sí. Vergüenza a que nos vean como locos si entablamos una conversación con alguien por la calle o en el lugar que sea.
Nos cruzamos con infinitas vidas a lo largo del día y, no sé a vosotros, pero a mi algunas de ellas me inquietan y me crean curiosidad.
Me puede hipnotizar un rasgo de su físico como un simple gesto. Y es ahí cuando empiezo a imaginar qué historia hay detrás de esa persona. Quizás por eso desde pequeña me abstraigo con facilidad creando historias imaginarias.
Me he perdido muchas vidas pero las he imaginado para luego poder hacer una de mis grandes pasiones: escribir.
Y he ganado otras por haberme arriesgado y saltarme lo politicamente correcto.
Como hoy, que tomando un café en una calle de Madrid, una chica se me ha acercado a pedirme fuego. Intentaba disimular que estaba llorando y le tiritaban las manos. Es ahí cuando decides poder ayudar de alguna manera o no. Yo he decidido preguntarle qué le pasaba y que si necesitaba algo. Me ha respondido: "Mal de amores hija". Nos hemos acabado fumando un cigarro y le he conseguido sacar una sonrisa.
Llamádme loca. Sí. Pero a lo mejor la chica se ha ido un poco mejor a su casa y yo también.
Quitémonos corazas absurdas, sonríamos más y procuremos ayudar más al que tenemos al lado.
Al fin y al cabo es tan humano como tú.
Por cierto, la chica se llamaba Candela, uno de mis nombres preferidos.
Escrito por María del Río.

martes, 5 de enero de 2016

Día del Pimiento

Desde hace unos años la víspera de Reyes ya no son lo mismo para mi y mi familia.
Una madrugada del 5 de Enero murió mi Abuelo.
Se fue una persona a la que le debo gran parte de lo que soy porque me enseñó a que en la vida debemos de ayudar siempre al que tenemos al lado, a agradecer más y a sonreir sin parar.
Estas líneas no son de tristeza sino más bien de orgullo por haberlo tenido durante muchos años y que cada día que pasa lo sigo teniendo muy presente.
Sobre todo cuando voy a la frutería y veo pimientos. Siempre me sale una sonrisa.
Él era adicto a los pimientos rellenos de arroz que hacía madre. Jamás he visto a alguien degustar algo con tanto placer.
Hoy se me ha ocurrido comprar un pimiento verde y degustarlo a través de palabras.
¡Qué mejor homenaje y regalo que esto para una noche en que las ilusiones se palpan sin mesura en todas las casas!
Melancolía. Sí. Pero alegría también, porque yo cuando se van personas a las que quiero no las olvido. Tan sólo las difumino.
¡Feliz Día de Reyes queridos! Y para mi ¡Feliz día del Pimiento!
Escrito por
María del Río.




domingo, 3 de enero de 2016

HOY

Galopo sin rumbo fijo desnuda.
El aire frío no me provoca malestar sino disfrute.
Por primera vez tengo calor. Calor del bueno.
Y tengo voz. Casi como la de un cantante.
De repente me caigo. Pero porque quiero.
Me gusta levantarme una y otra vez.
Aprendo y desaprendo.
Todo mi cuerpo se mueve como nunca lo ha hecho.
Sí, hoy he dejado que toda yo sea yo.
Y que bien que sea así.
Todo esto parece un sueño y quizás así sea.
Pero mañana mismo me apunto a clases de equitación para que todo esto sea real.
Perdón. Corrijo. Mañana no.
Hoy.
Esa es la cuestión.
Escrito por María del Río.