¿Os habéis parado a pensar cuántas vidas nos perdemos por ser políticamente correctos?
Sí. Vergüenza a que nos vean como locos si entablamos una conversación con alguien por la calle o en el lugar que sea.
Nos cruzamos con infinitas vidas a lo largo del día y, no sé a vosotros, pero a mi algunas de ellas me inquietan y me crean curiosidad.
Me puede hipnotizar un rasgo de su físico como un simple gesto. Y es ahí cuando empiezo a imaginar qué historia hay detrás de esa persona. Quizás por eso desde pequeña me abstraigo con facilidad creando historias imaginarias.
Me he perdido muchas vidas pero las he imaginado para luego poder hacer una de mis grandes pasiones: escribir.
Y he ganado otras por haberme arriesgado y saltarme lo politicamente correcto.
Como hoy, que tomando un café en una calle de Madrid, una chica se me ha acercado a pedirme fuego. Intentaba disimular que estaba llorando y le tiritaban las manos. Es ahí cuando decides poder ayudar de alguna manera o no. Yo he decidido preguntarle qué le pasaba y que si necesitaba algo. Me ha respondido: "Mal de amores hija". Nos hemos acabado fumando un cigarro y le he conseguido sacar una sonrisa.
Llamádme loca. Sí. Pero a lo mejor la chica se ha ido un poco mejor a su casa y yo también.
Quitémonos corazas absurdas, sonríamos más y procuremos ayudar más al que tenemos al lado.
Al fin y al cabo es tan humano como tú.
Por cierto, la chica se llamaba Candela, uno de mis nombres preferidos.
Escrito por María del Río.
jueves, 7 de enero de 2016
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