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sábado, 14 de agosto de 2010

La Distancia Hiperfocal


Si tuviese que elegir a alguien que me mirara toda la vida, respondería inmediatamente. Sin duda alguna. Él tenía la capacidad de llegar al infinito sin esfuerzo alguno. Y eso no le pasa a cualquiera. Me contaron que él creó su propio horizonte. Y eso tampoco le pasa a cualquiera. Es más, esa capacidad "horizontal" sólo la tenía él.
Su horizonte eran las curvas de una Mujer.
Los pies de ella eran arena. De la blanca.
Sus pantorrilas eran agua. Salada.
Sus muslos eran espuma. Efervescente.
Su pubis era musgo fresco.
Sus caderas eran dos montañas nevadas.
Su vientre era el mejor valle.
Sus pechos eran dos volcanes. En erupción.
Su cuello era una llanura sin fin.
Su boca era entrar por la puerta grande.
Su lengua era desproporcionada.Y eso le hacía tener una personalidad innata.
Su nariz era de mordisco.
Sus ojos eran girasoles. Y sus pestañas también.
Su pelo era una campo de trigo.
Así era el horizonte de él. Y no lo había decidido.
Su mirada quiso que tuviera ese paisaje.
La quería. Pero quería algo más.
Mirar al horizonte era extasiante pero llegar a él, lo sería aún más.
Un día se propuso ir a buscarla.
En el camino vió algo diferente.
El horizonte temblaba y se arqueaba. Ansiaba la llegada de él. Tanto, que el delirio empezó a formar parte de ella.
Era un Horizonte Orgásmico.
Lamento informaros que esta historia no tiene desenlace para nosotros.
Pero para él y para ella sí.
Escrito por María del Río.


Photo By One Dragones.

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