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sábado, 31 de julio de 2010

El Acantilado Salvador

Nadie sabía

de ese paraje.

Sólo

ellos.

Ese hombre

y

esa mujer.

Y era más que suficiente.

Él

se enamoró de ella

allí.

Y

viceversa.

Y es que ese acantilado

provocaba

extenuación.

Pero de placer.

Y encima

te salvaba

de posibles

desgracias.

Desgracias

de esas

que te destrozan

el alma.

Pero ellos

nunca

las padecieron.

Siempre habían vivido ahí.

El Acantilado Salvador

les salvó

de la vida real.

Y no vivían

en una Utopía.

Vivían

a su "popolo"

como decía ella.

Y en su propia República

como decía él.

Escrito por María del Río.














Photo By One Dragones.

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