Pero decidido.
Hoy
iba a buscar
su porción.
No de queso especialmente.
Ese ascensor
le gustaba
porque
tenía espejo.
Cuando
llegara
al quinto piso
encontraría
la tuerca.
La tuerca de su vida.
La almohada
más deliciosa y sensual
de cada noche.
Y de cada día.
Incertidumbre.
Más si cabe.
Y es que estaba
llegando
al número 5.
Pero repito.
Decidido.
Me dijeron
que ella
le abrió
la puerta.
Y todas las restantes.
Se lo merecían.
Escrito por María del Río.
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