decir algo.
Pero no estaban
en la distancia adecuada.
O eso creían.
Las palabras
se resistían.
Las miradas no.
El sudor
era latente.
Pero no tenían fiebre.
Era la humedad
de la tormenta
que estaba cayendo.
Al cabo de un rato
encontraron
la distancia adecuada.
Ahora el dilema
era
decidir
qué lengua se movería primero.
Y sin pensarlo
las dos lenguas
hablaron
juntas.
Se dijeron lo mismo.
Algo
que no te enseña un Manual.
Escrito por María del Río.