Nació con ilusión.
Así lo dijeron los médicos.
Con ilusión desmesurada.
Y así prosiguió
durante su infancia.
Parecía que nada ni nadie
le iba a despojar de esa gran virtud.
Pero un día
su fuerza
se debilitó.
Adolinia
sentía él.
No entendía
su estar.
Un dolor extraño.
Pronto supieron
que padecía
Agnosia.
Se refugió
en él.
Podía tratarse.
Pero no lo hizo.
Y olvidó por completo
lo que quería decir
su "sello" de nacimiento.
La palabra Ilusión
dejo de ser reconocible para él.
Escrito por María del Río.
Photo by Jesús Ubera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario