Últimamente
no se entendía.
Aunque para una mujer
eso es normal.
No entenderse
ni que ellos
nos entiendan.
Pero esta vez
ese estar
era
asfixiante.
Y encima
no sabía describirlo.
Una amiga le recomendó
que fuera
a ver a un hombre.
Al parecer
estaba especializado
en temas
"plasticosos".
Así los llamaba él.
El hombre en cuestión
era el Doktor Esperanto.
Era un oculista de origen judío.
Pero no era un oculista normal.
Él veía
a través del iris
determinadas enfermedades.
Y no se trataba de la llamada
"iridología".
Bagaje tenía.
El de la vida.
El mejor bagaje.
Lo llamaron Doktor Esperanto
y en España
"Doctor Esperanzado".
Y es que no es para menos.
De momento no había fallado
en ningún diagnóstico.
Pero el de la última paciente
le costó más de lo habitual.
Al final
supo qué le pasaba.
Pero aquí no lo voy a desvelar.
Es secreto profesional.
Tan sólo
puedo decir
que ella se quedó
ojiplática.
Escrito por María del Río.
no se entendía.
Aunque para una mujer
eso es normal.
No entenderse
ni que ellos
nos entiendan.
Pero esta vez
ese estar
era
asfixiante.
Y encima
no sabía describirlo.
Una amiga le recomendó
que fuera
a ver a un hombre.
Al parecer
estaba especializado
en temas
"plasticosos".
Así los llamaba él.
El hombre en cuestión
era el Doktor Esperanto.
Era un oculista de origen judío.
Pero no era un oculista normal.
Él veía
a través del iris
determinadas enfermedades.
Y no se trataba de la llamada
"iridología".
Bagaje tenía.
El de la vida.
El mejor bagaje.
Lo llamaron Doktor Esperanto
y en España
"Doctor Esperanzado".
Y es que no es para menos.
De momento no había fallado
en ningún diagnóstico.
Pero el de la última paciente
le costó más de lo habitual.
Al final
supo qué le pasaba.
Pero aquí no lo voy a desvelar.
Es secreto profesional.
Tan sólo
puedo decir
que ella se quedó
ojiplática.
Escrito por María del Río.
ya me hs dejado con la intriga
ResponderEliminarOjiplática barbarie!!!
ResponderEliminar