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sábado, 4 de junio de 2011

Diagrama de Pareto

Desde pequeño

tenía una obsesión.

La de plasmar su vida

a base de diagramas.

Mientras otros niños

jugaban con la pelota de lado a lado

él

se refugiaba en un árbol de la escuela

a hacer diagramas.

Los profesores pensaban

que sufría autismo

ya que nunca se acercaban a ver lo que hacía.

Sus padres no estaban preocupados.

Es más, su padre estaba orgulloso ya que su hijo le hacía

los diagramas de la empresa que tenía

con una maestría impecable.

Él era diferente.

Pero no lo sabía.

Y mejor que fuera así.

A los 25 años

seguía con esa obsesión

pero nunca trabajó en la empresa de su padre.

A él le gustaba la escritura.

Y como no era de extrañar

era bueno.

Todas las editoriales querían verse con él

porque

marcaba el punto mágico en todas sus novelas.

Sin duda alguna el diagrama de su vida

era el que mostraba gráficamente el Principio de Pareto.

A la izquierda de su cerebro

tenía sin mucho afán por retenerlos

los problemas sin importancia.

Y a la derecha guardaba e intentaba solucionar los problemas graves.

Un buena filosofía de Vida.

Y de esta manera

siempre tenía hueco en su cabeza

para escribir líneas prodigiosas al son de la mejor música.

Pero ante todo

siempre tenía un lugar que nunca se trastocaba.

El de su corazón.

Ese paraje paradisíaco

estaba ocupado

para esa chica de cabello envidiable

y talento desbordante.

Ese lugar

carecía de pulso.

Y es que el amor no tiene límites

ni diagramas que valgan.

Escrito por María del Río.

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