No puedo evitarlo.
Me pasa desde pequeña.
Veo a una persona anciana y me emociono.
Y mis ojos lloran.
Es como si de repente tuviera hipersensibilidad imposible de evitar.
Hoy me ha vuelto a pasar.
Estaba esperando a que me atendieran, cuando ha aparecido un anciano en silla de ruedas con su cuidadora.
Ha sido verle y mis ojos han comenzado a llover.
Me he imaginado que era un buen hombre.
Siempre me pasa con los ancianos.
Que los veo y me parecen todos buenas personas.
Empatizo en seguida y no sé lo que han podido hacer en toda su vida.
Pero siempre he pensado que la vejez te da la madurez necesaria para saber pedir perdón.
Una vez conocí a un hombre que cuando cumplió 86 años me dijo: En que estaría yo pensando apoyando a Franco!
Nunca es tarde para rectificar.
Escrito por María del Río.
sábado, 17 de marzo de 2018
sábado, 3 de marzo de 2018
Ahora NO
Ahora no puedo quererte.
No tengo las aptitudes para llegar a ese verbo.
He suspendido tres asignaturas:
- Relaciones Emocionales
- Sensibilidad Visual
- Expresión corporal
Tan solo podría quererte "irónicamente".
Escrito por María del Río.
No tengo las aptitudes para llegar a ese verbo.
He suspendido tres asignaturas:
- Relaciones Emocionales
- Sensibilidad Visual
- Expresión corporal
Tan solo podría quererte "irónicamente".
Escrito por María del Río.
LLuvia
Los días de lluvia deberían ser para escucharla y no pasearla.
Para aprovechar la cama acariciando y disfrutando.
Para no pensar en nada.
Para silenciar el tiempo que quieras.
Para comer lo que más te apetezca.
Para que todo esto que estoy diciendo se hiciera realidad y no tuviera que aguantar que un coche me ha calado entera en la calle.
Escrito por María del Río.
Para aprovechar la cama acariciando y disfrutando.
Para no pensar en nada.
Para silenciar el tiempo que quieras.
Para comer lo que más te apetezca.
Para que todo esto que estoy diciendo se hiciera realidad y no tuviera que aguantar que un coche me ha calado entera en la calle.
Escrito por María del Río.
Derechos
Cuando estudié Derecho siempre pensaba que faltaban derechos y sobraban otros.
Faltaban los derechos "emocionales".
Sí.
Me inventé llamarlos así.
En ningún código se establecía el "derecho a atreverse sin ser juzgado".
Tampoco el "derecho a observar" sin ser cuestionado.
Y menos aún el "derecho a abrir la boca sin que te censuren".
Y ahora me podréis decir que todos estos derechos son lo que llamamos "libertad de expresión".
Pero como en este país ( y en tantos otros) no se cumple, a lo mejor estableciendo otros nombres a esa gran palabra llamada "libertad", se cumpla de una puñetera vez.
Escrito por María del Río.
Faltaban los derechos "emocionales".
Sí.
Me inventé llamarlos así.
En ningún código se establecía el "derecho a atreverse sin ser juzgado".
Tampoco el "derecho a observar" sin ser cuestionado.
Y menos aún el "derecho a abrir la boca sin que te censuren".
Y ahora me podréis decir que todos estos derechos son lo que llamamos "libertad de expresión".
Pero como en este país ( y en tantos otros) no se cumple, a lo mejor estableciendo otros nombres a esa gran palabra llamada "libertad", se cumpla de una puñetera vez.
Escrito por María del Río.
Con la Edad
Con la edad he aprendido a ser más paciente y a cambiar mis prioridades en la vida.
Con la edad he aprendido a lidiar con mis complejos y transformarlos en partes de mi únicas y especiales.
Con la edad me siento más guapa por dentro y por fuera.
Con la edad he podido recopilar más "arrugas de la vida" y quizás algún día, plasmarlas en un libro.
Con la edad he aprendido a enfadarme menos y que mi temperamento se fusione rápidamente con mi dulzura. Que la tengo.
Con la edad me he dado cuenta que mi sensibilidad la transformo cada día en algo artístico o social.
Con la edad he aprendido a no juzgarme tanto.
Con la edad me he dado cuenta que soy más fuerte de lo que yo creía.
Con la edad he descubierto muchas más sonrisas en las comisuras de mi boca.
Con la edad me he dado cuenta de que no hay edad cuando disfrutas tu vida al máximo.
Con la edad valoro los pasos que doy, aunque me gusta más ser hormiguita.
Yo doy "pasitos" en forma de centímetros.
Ahora estoy concretamente en el pasito número 30 y si mañana doy un paso atrás sólo será para coger impulso.
Con la edad estoy en libertad.
Escrito por María del Río.
Con la edad he aprendido a lidiar con mis complejos y transformarlos en partes de mi únicas y especiales.
Con la edad me siento más guapa por dentro y por fuera.
Con la edad he podido recopilar más "arrugas de la vida" y quizás algún día, plasmarlas en un libro.
Con la edad he aprendido a enfadarme menos y que mi temperamento se fusione rápidamente con mi dulzura. Que la tengo.
Con la edad me he dado cuenta que mi sensibilidad la transformo cada día en algo artístico o social.
Con la edad he aprendido a no juzgarme tanto.
Con la edad me he dado cuenta que soy más fuerte de lo que yo creía.
Con la edad he descubierto muchas más sonrisas en las comisuras de mi boca.
Con la edad me he dado cuenta de que no hay edad cuando disfrutas tu vida al máximo.
Con la edad valoro los pasos que doy, aunque me gusta más ser hormiguita.
Yo doy "pasitos" en forma de centímetros.
Ahora estoy concretamente en el pasito número 30 y si mañana doy un paso atrás sólo será para coger impulso.
Con la edad estoy en libertad.
Escrito por María del Río.
miércoles, 21 de febrero de 2018
ABCD
Hay días que sin saber por qué me molesto.
Me noto que todo lo que articulo pesa.
Y lo único que quiero es despojarme de cada gramo de palabras huecas y sin sentido.
Lo hago así.
Bañándome y quitándome poco a poco letras que por algún casual se han colado a su antojo en mi día.
Hoy no quiero parte del abecedario.
Hoy solo quiero la "S" y la "H".
Shhhhhhh...
Escrito por María del Río.
Me noto que todo lo que articulo pesa.
Y lo único que quiero es despojarme de cada gramo de palabras huecas y sin sentido.
Lo hago así.
Bañándome y quitándome poco a poco letras que por algún casual se han colado a su antojo en mi día.
Hoy no quiero parte del abecedario.
Hoy solo quiero la "S" y la "H".
Shhhhhhh...
Escrito por María del Río.
jueves, 8 de febrero de 2018
Soledad
Recuerdo que de pequeña jamás me aburría sola.
Tenía la capacidad de abstraerme tanto que siempre conseguía ir al destino deseado. Los Lunes solía soñar con ser crítica de cine y devoraba todas las revistas especializadas.
Los martes siempre era bailarina de musicales. Mi abuela venía siempre ese día a vernos y yo desplegaba mi imaginación creando una coreografía de baile con su correspondiente vestuario. Quizás ese era mi mejor día porque para mis adentros soñaba con ser actriz y bailarina. Recuerdo estar muy nerviosa antes de enseñar mi espectáculo a mi abuela y mi madre y me brillaban los ojos como la que más.
Los miércoles solía ser ser dependienta del videoclub de debajo de mi casa. Me sabía todas las películas que habían y el dueño me adoraba. Cuando cerraron ese videoclub (llamado Charol) lloré. Mucho. Y el dueño me regaló muchísimas películas, entre ellas, la maravillosa "Todo es Mentira".
Los jueves era peluquera y maquilladora.
El viernes, sábado y domingo era librera y "envolvedora" de libros a tiempo completo.
Recuerdo que mi padre si mi hermano y yo no sabíamos que hacer, nos daba un libro. Cuánto le agradezco ese gesto.
Nunca me asustó la soledad en determinados momentos de mi vida. Es más me gustaba. Era muchas en una.
Lo que me asustaba de verdad era ver la soledad en otras personas.
Esa soledad que te remueve y te lloran los ojos.
Esa soledad de ver a personas sentados en un banco con la mirada perdida.
Esa exactamente.
Y desde pequeña no he tenido miedo a acercarme a hablar.
Me llenaba más hablar que un columpio.
Siempre se agradece que alguien te brinde unas palabras y comprensión.
Seamos menos egoístas y arropémonos más.
Y es que la soledad querida y disfrutada es gratificante, la impuesta aterra.
Escrito por María del Río.
Tenía la capacidad de abstraerme tanto que siempre conseguía ir al destino deseado. Los Lunes solía soñar con ser crítica de cine y devoraba todas las revistas especializadas.
Los martes siempre era bailarina de musicales. Mi abuela venía siempre ese día a vernos y yo desplegaba mi imaginación creando una coreografía de baile con su correspondiente vestuario. Quizás ese era mi mejor día porque para mis adentros soñaba con ser actriz y bailarina. Recuerdo estar muy nerviosa antes de enseñar mi espectáculo a mi abuela y mi madre y me brillaban los ojos como la que más.
Los miércoles solía ser ser dependienta del videoclub de debajo de mi casa. Me sabía todas las películas que habían y el dueño me adoraba. Cuando cerraron ese videoclub (llamado Charol) lloré. Mucho. Y el dueño me regaló muchísimas películas, entre ellas, la maravillosa "Todo es Mentira".
Los jueves era peluquera y maquilladora.
El viernes, sábado y domingo era librera y "envolvedora" de libros a tiempo completo.
Recuerdo que mi padre si mi hermano y yo no sabíamos que hacer, nos daba un libro. Cuánto le agradezco ese gesto.
Nunca me asustó la soledad en determinados momentos de mi vida. Es más me gustaba. Era muchas en una.
Lo que me asustaba de verdad era ver la soledad en otras personas.
Esa soledad que te remueve y te lloran los ojos.
Esa soledad de ver a personas sentados en un banco con la mirada perdida.
Esa exactamente.
Y desde pequeña no he tenido miedo a acercarme a hablar.
Me llenaba más hablar que un columpio.
Siempre se agradece que alguien te brinde unas palabras y comprensión.
Seamos menos egoístas y arropémonos más.
Y es que la soledad querida y disfrutada es gratificante, la impuesta aterra.
Escrito por María del Río.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)