Remolonear en la cama.
El sonido de la cafetera cuando sube el café.
Empezar la mañana y proseguir el día con música.
Una ducha caliente.
Un cielo despejado.
Saludar a Enrique y Ana, dueños de una panadería-cafetería de al lado de mi casa.
Recibir emails deliciosos de mi padre.
Recibir un buenos días de mi madre y vídeos de mi hermano que me provocan una carcajada por whatsapp.
Que alguien te piense y te lo diga.
Caminar sin rumbo.
Fotografiar con o sin cámara historias de la vida cotidiana.
Pasarme horas en las librerías rebuscando libros.
Las buenas iniciativas.
Un beso bien besado.
Una mirada limpia.
Vivir con matices.
Buenas amistades que te arropan de por vida.
Una carcajada. Y dos. Y tres.
Escuchar.
Aprender y desaprender.
Caerme y levantarme.
No ser envidiosa.
Alegrarme por lo bueno en los demás.
Escribir.
Agradecer siempre.
Pulpo a la gallega.
Ser pizpireta.
El mar.
Los ancianos .
Los “por qué” de los niños.
Un abrazo de los que acogen.
Jugar.
Ciertos espasmos.
Morder.
Escribir lo que me hace feliz.
Escrito por María del Río.
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