Visión borrosa.
Taquicardias.
Dolor muscular.
Nerviosismo.
Y no era hipocondriaca.
Eran señales de alerta de que algo se avecinaba.
Por fin huía del miedo.
Y posteriormente caería rendida a su boca, su cuerpo y sus palabras.
Por fin se daría cuenta de que estaba ante la enfermedad de no querer enamorarse estándolo ya.
Escrito por María del Río.
domingo, 23 de agosto de 2015
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