Sí.
Lo era.
Adicta
a los chicles con forma de melón.
Sí! Esos de la marca "Vidal".
Era tal la adicción
que cuando no tenía
caía
en un estado
enfermizo.
Todo su cuerpo
estaba agitado
y temeroso
por no tener
algo tan simple.
Qué curiosos
son los "infiernos"
de cada persona.
El de ella
era anhelar
chicles con forma de melón
y no tenerlos.
Era su mayor miedo.
Y es que no es para menos.
Ella tenía unos labios
de bocado constante.
Una boca adictiva.
Lo que no sabía ella
era
que estos chicles con forma de melón
sólo querían una saliva.
La de ella.
Ellos estaban enamorados
de ella.
Y viceversa.
Y si no estaban unidos
ni ella padecía
ni el chicle podía ser masticado por nadie.
Escrito por María del Río.
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