¿Melancolía? Sí.
Pero felicidad también.
Y es que nos empeñamos en pensar que ser melancólico es aferrarse al pasado y no vivir el presente.
Todo depende de cómo "pasees" con ella.
Con la melancolía.
Yo paseo con ella de la mano (con la izquierda) y con la derecha hablo con el presente.
A la melancolía la llevo a tomar café para que los recuerdos sean
repletos de adrenalina y al presente lo llevo a tomar un vino que se
toma a sorbitos pequeños para que disfrute el momento.
Reconozco que hoy he sacado a pasear más a la melancolía. No pasa nada de vez en cuando.
Y es que recordar un paseo con mi padre por la Diagonal de Barcelona,
que me proteja mis hombros con su brazo, que me compre un libro y se
impaciente en decirme que si quiero cenar un buen vino, jamón ibérico,
queso manchego y un buen pan de pueblo y que culminemos el paseo
sentándonos en un banco (nuestro banco) preguntándonos qué haríamos si
nos dieran tres vidas...pues la verdad...ser melancólica me hace feliz.
Por cierto, una de sus vidas sería volverme a tener, la otra ser
viajante para no perderse ninguna cultura ni rincón de la tierra y la
otra ser librero.
Mañana sacaré a pasear al presente y la melancolía le pedirá disculpas por haberme cogido demasiado fuerte de la mano.
Escrito por María del Río.
jueves, 28 de julio de 2016
28
Esos días en lo que...
Sin saber por qué te ves batallando contigo misma y no llegas a ningún acuerdo.
Y te enfadas más claro.
Hasta que llega el día en que caes en la cuenta, como si de repente fueras una niña y descubrieras todo, que no eres tú.
Es la maldita hormona que hace de las suyas y te confunde y reconfunde.
Y acabas hablando con ella y le dices: Tía vale ya. Haz tu labor y déjame tranquilita un rato, que ya me has hecho dar una mala contestación al de la tienda de al lado, discutir con el semáforo en rojo, llorar con un anuncio de un banco (Sí, un puñetero banco! ) y me has hecho comprar chorizo que no me gusta pero parece ser que a ti si.
En fin, no pretendo ser un anuncio antievax pero si encontrar un punto en común en la que tú, hormona, y yo entablemos una relación no ya de amigas, sino cordial. Más que nada porque cada 28 días nos vamos a tener que ver y aunque no te caiga bien, si te empeñas, verás que soy una tipa sociable y sencilla. No seas tan rebuscada y disfruta de la vida señorita hormona.
Atentamente,
María.
Escrito por María del Río.
Sin saber por qué te ves batallando contigo misma y no llegas a ningún acuerdo.
Y te enfadas más claro.
Hasta que llega el día en que caes en la cuenta, como si de repente fueras una niña y descubrieras todo, que no eres tú.
Es la maldita hormona que hace de las suyas y te confunde y reconfunde.
Y acabas hablando con ella y le dices: Tía vale ya. Haz tu labor y déjame tranquilita un rato, que ya me has hecho dar una mala contestación al de la tienda de al lado, discutir con el semáforo en rojo, llorar con un anuncio de un banco (Sí, un puñetero banco! ) y me has hecho comprar chorizo que no me gusta pero parece ser que a ti si.
En fin, no pretendo ser un anuncio antievax pero si encontrar un punto en común en la que tú, hormona, y yo entablemos una relación no ya de amigas, sino cordial. Más que nada porque cada 28 días nos vamos a tener que ver y aunque no te caiga bien, si te empeñas, verás que soy una tipa sociable y sencilla. No seas tan rebuscada y disfruta de la vida señorita hormona.
Atentamente,
María.
Escrito por María del Río.
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