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miércoles, 17 de junio de 2015

El Rey de las Camas

No hay día que no me acuerde de ellos. Mis abuelos. 
Por desgracia ya no puedo disfrutar de ninguno de ellos. 
Suerte que tengo una memoria prodigiosa y puedo viajar siempre que quiero al mundo de los recuerdos. 
Mi cabeza y mi corazón les regaló un espacio con vistas al mar para retener imágenes y palabras relacionadas con ellos.
Hoy quiero hablar de mi abuelo paterno. 
No vivíamos en la misma ciudad, por lo que tan sólo lo veía en verano. 
Su presencia era tan imponente que esos días junto a él me daba todo el empuje necesario para poder pasar el resto del año con optimismo y alegría. 
Siempre me llamó la atención su profesión. 
Tenía una fábrica de camas y somieres. 
Todas las habitaciones de la casa de mis abuelos tenían unos cabezales plateados y elegantes que recordaban a aquellas camas de las películas de los años 50. 
A día de hoy siguen ahí y me sorprenden siempre que los veo, sobre todo ahora que la era del IKEA convive con nosotros y lo artesanal va desapareciendo vertiginosamente. 
Me gustaba su profesión porque al fin y al cabo las camas no son sólo un lugar donde cabe el dormir y hacer el amor. También lo es para que personas se adentren en otras historias para evadirse de las suyas leyendo, otras hablan con la almohada sobre sus dudas existenciales, otros la utilizan para juguetear y hacer guerra de almohadas y en mi caso la cama es el lugar dónde surgen todas mis ideas creativas. 
Tengo una libreta en mi mesita de noche dónde apunto todo lo que se me ocurre y he de confesar que todo lo que se me ha ocurrido en ese lugar ha dado sus mejores frutos. 
Quién sabe, a lo mejor mi buena suerte depende de una cama. 
Lo que si sé es que el último verano en vida de mi abuelo que pasé con él fue en la casa de veraneo de mis padres. Él dormía en mi habitación y cuando murió siempre que iba le decía a mi madre que me pusiera las mismas sábanas que le ponía a mi abuelo. 
De eso han pasado ya unos veinticinco años y no he perdido esa costumbre. 
Y es que unas simples sábanas me hacen revivir momentos con él. 
Con mi abuelo. 
El Rey de las Camas.
Escrito por María del Río.

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