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sábado, 12 de marzo de 2011

LO INTENTÓ

No había dormido

desde hacía dos días.

El insomnio viene de manera inesperada

y otra veces no.

En este caso

vino con alevosía.

Él no desesperaba

pero sabía

que tenía que atajar ese malestar

por el bien de su salud.

Al menos se lo propondría.

Eso hizo.

Bajó al supermercado

y compró un limpiacristales.

El mejor.

Y una balleta.

La más eficaz para quitar todo tipo de huellas.

Empezó desde abajo.

Limpió el asfalto de la entrada de su casa.

Terminó en lo más arriba.

En los dos tejados.

Los transeúntes que pasaban por ahí

le miraban

pero él no se daba cuenta.

Estaba metido en su mundo.

Pensando en si conseguiría su propósito.

Olvidarse de ella.

Las malas lenguas decían que jamás lo lograría.

Y es que el sexo que había tenido con otras

no le había llenado.

Por no decir

que cada vez que le hacían una felación

recordaba el óvalo de su cara.

El de ella.

Pero el limpiacristales

que compró

era infalible.

Al menos eso creyó él.

Escrito por María del Río.

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