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sábado, 27 de enero de 2018

HONTANARES

El otro día mi padre y yo intercambiamos palabras sobre ese verbo llamado "recordar".
Y es que los recuerdos son volubles, tanto como el ser humano.
Desde pequeña tuve claro que quería vivir en Madrid y que quería ser actriz. Esto último no lo manifestaba de palabra por vergüenza pero en mi cuerpo se notaba la inquietud por lo artístico.
Visualicé tanto ese deseo que a mis 22 años, después de pelearme y acabar siendo amigas las leyes y yo, me fui en busca de mi deseo. No conocía a nadie en Madrid y eso me ponía aún más.
Esa sensación de que me saludaran o sonrieran por primera vez en otro espacio al que estaba acostumbrada me encantaba. Y que el asfalto conociera una pisada nueva me emocionaba.
Recuerdo que el primer café que me tomé en Madrid fue en la cafetería Hontanares junto a mi mejor amiga desde los 2 años antes de hacer la prueba de acceso en la escuela de Arte Dramático.
Ella, Carla, me miró mientras yo fumaba y degustaba el café y me dijo: "Desde pequeñas supe que nada ni nadie te haría cambiar tus deseos". Y yo sonreí y le dije: "No sé cómo será mi vida aquí pero segura estoy que voy a aprender algo, VIVIR".
Y hoy, después de 17 años he pasado por esta cafetería y he recordado esto.
He recordado que cumplí mi deseo, me peleé con él, lo cambié, lo recuperé, lo camelé y lo cuidé.
Y lo más importante, que además conocí otras inquietudes mías que tenía dormidas y se convertirían en vitales en mi vida.
Como esta.
ESCRIBIR.
Espero que dentro de unos años vuelva a pasar por esa cafetería y descubra si he descubierto más facetas de las que aprender.

Escrito por María del Río.
 

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