Estamos más acostumbrados o nos es más fácil decir lo malo
que lo bueno.
Llamádme loca pero yo si veo algo que me gusta por la calle,
lo digo. Pero eso es raro. Y es menos raro insultar al otro en el coche o por
la calle.
El otro día cogí un taxi y me encantó la voz del taxista y su
elegancia. Sí. Se lo dije. No pretendía ligar. No. Simplemente se lo dije y
ya. Pero eso es raro. Y la verdad es que
no lo entiendo. A lo mejor el taxista se fue con una sonrisa en la cara y pasó
la noche recorriendo la ciudad con otro talante.
Estamos acostumbrados a no
decir las cosas que nos agradan. Y menos acostumbrados a no dar las gracias por
pasar un buen rato con alguien.
No pretendo dar una lección de esas de
positividad al estilo de Jodorovsky pero sí plasmar que si no decimos lo que
sentimos, ¿cuándo lo haremos?, ¿cuándo la otra persona ya no esté?.
A veces
pienso cuántas palabras buenas nos habremos reprimido hacia otras personas y
dónde habrán ido a parar. Estarán en un planeta a punto de estallar
por la acumulación de sentimientos
vacíos de compañía. Y me da rabia. Si estás pasando un buen rato con alguien dale
las gracias por ello. Aunque no lo
vuelvas a ver o aunque sea tu amigo más íntimo.
¿Qué cuesta decir GRACIAS? Dilo
en inglés, francés , chino pero ¡dilo!
Todo esto se extrapola a las relaciones
de padres e hijos, amigos, al panadero de al lado de tu casa, por no
hablar de relaciones de pareja o de sexo de una noche. Sí, en este último caso
es raro decir : “Gracias por esta noche de sexo contigo”. No quieres denotar ni
un ápice de emoción aunque hayas estado con otro cuerpo desnudo despojado de
corazas.
Miedo. Cobardía. Inhabilitación emocional o mucha tontería
preestablecida.
Y sí. Me incluyo y me aplico todo lo dicho en estas líneas.
Así que utilicemos más las cuerdas vocales para agradecer y no las
hagamos callar constantemente.
¡Ah! GRACIAS por leerme.
Escrito por María del Río.