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martes, 29 de agosto de 2017

EL PLAN

Él:
Te propongo un plan.
Cierra los ojos, siéntate a mi lado y recorramos el mundo.
Ella:
El mundo? Demasiados kilómetros.
Él:
Vale. Sé cómo funcionas.
Te propongo recorrer 1777 km.
Ni más ni menos.
Ella: Pero y si llegamos a ese destino y me apetece más?
Él: Tendrás que convencerme para que quiera estar otra vez a tu lado.

Escrito por María del Río.
 

Y pasó.

Hora de la cena en una casa céntrica de la ciudad.
Una pareja que se mira sin quererlo. El masticar de cada uno es el único ruido que rompe el silencio de esa casa y esa áspera cena.
Cuánta tristeza en el rostro de ella y cuánta indiferencia en el de él.
De repente como de un huracán se tratara, ella se levanta y sin mediar palabra sale corriendo por la puerta con ese camisón que bien podría ser tendencia ahora.
Mientras, en otra casa de esa misma ciudad, una cena a base de vegetales provoca la ansiedad de él. Nada que decirle a ella. Nada. Y de repente, como si de una tormenta tropical se tratara, se levanta, coge su cartera y móvil y sale por la puerta sin más.
Dos personas alejándose de lo que ya temían que pasara desde hace tiempo. Desencanto. Pero a la vez se acercaban a lo que más deseaban desde hace más de 8 años. Sí. Los dos sabían que aquel era el momento. Y coincidieron. Por fin. Se encontrar​on en aquella calle dónde su nombre les iba como anillo al dedo.
La Calle del Acuerdo.
Con el corazón acelerado caerían rendidos el uno al otro sin esconderse.
Por fin. Dos amantes que se encontrarían para disfrutar de eso que todo ser humano anhela.
La pasión.
La pasión en toda regla.

Escrito por María del Río.

Ese Banco

Seguramente este banco ha sido culpable de muchos besos escondidos y pudorosos.
Seguramente este banco ha sido testigo de los últimos pensamientos de una persona.
Seguramente este banco ha sentido la brisa del aire y las gotas enfadadas de la lluvia.
Seguramente este banco ha leído libros.
Seguramente este banco será el espectador de muchas vidas durante siglos.
Seguramente este banco habrá visto lloros y silencios.
Seguramente este banco hará todo lo posible para que no me olvide de él.
Aunque sin darse cuenta, ya lo ha conseguido.

Escrito por María del Río.
 

Me Cuesta

Me cuesta entender a esas personas que te dicen con cierto asombro el por qué de quedarse contigo ciertos comportamientos de tu niñez.
Me cuesta entender porque debes dejar de ser una niña a veces.
Me cuesta entender eso de ser siempre políticamente correcta.
Me cuesta entenderte.
Y creo que en este aspecto seguirá siendo así hasta que un día hagas la típica gamberrada y me la cuentes con cierta inocencia.
Ahí entenderé que por fin aceptas cómo soy.

Escrito por María del Río.
 

Pérdida

Cada mañana caminaban por esa calle y bromeaban sobre el tiempo.
Decían que no querían llegar a ser esa pareja que no tienen nada que decirse y acaban hablando de si va a hacer frío o calor.
Ellos bromeaban y ella se reía porque imitaba a las presentadoras de la tele diciendo que iba a ver fuerte marejada.
Sí, cada mañana pasaba eso.
También cruzaban el paso de peatón bailando y sin tipo de vergüenza.
Saludaban también al kioskero y al panadero donde él nunca se podía resistir a comprar un bizcocho casero que hacía él.
Se miraban por si se habían puesto un calcetín de cada color con las prisas, aunque ella lo hacía a propósito porque le encantaba no ir igual. Suerte la suya de que en su trabajo no le dijeran nada.
Y se miraban. Mucho. Y se besaban. Muchísimo. Y se entendían. Extremadamente.
Así era cada mañana para esa pareja.
Un paseo corto pero intenso.
Y de repente un día te encuentras que ya no está una de las partes.
Y cambias de camino por no poder soportar ese cambio de estado de ánimo.
Cómo es la vida. Un mañana estás en lo más alto y al día siguiente te despojan de todo.
Menudo cocktail de sentimientos conforman la vida.
Y al final, después de pasar por la tristeza, ira, rabia y culpabilidad, vuelves a retomar ese camino con nostalgia y una sonrisa.
En eso consisten las pérdidas.
Pasar tu duelo de emociones y al final quedarte con ese recuerdo melancólico.
Ella decidió eso y cada mañana se sonreía pensando que lo tenía al lado diciéndole qué tiempo iba a hacer.
No les dio tiempo a cansarse el uno del otro y si a quererse de todas las maneras.
Ahora en una distancia sin fin.

Escrito por María del Río.