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jueves, 31 de diciembre de 2009

Su Isla

El Chico.

De imaginación apabullante.

Su cabeza

estaba triste.

Pero no se rendía.

Decidió

sopesar ese "estar".

Lo hizo.

Y tanto que lo hizo.

Se imaginó

una isla.

Totalmente a su medida.

Diferente a las demás.

No habían ni gatos ni ratones.

Mar sí que había.

Pero era su mar.

Salado y dulce a la vez.

Por unos instantes

su cabeza dejó de existir.

Y es que esa isla

se enamoró de él.

Y él de ella claro.

Pero no sabía algo.

Que su imaginada isla

podría llegar a ser real.

Todo era QUERER.

Con ganas.

Con tesón

y

mucha Voluntad.


Escrito por María del Río.

2 comentarios:

  1. Yo también creo que es posible, y eso, a veces, me da un poquitín de miedo.

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  2. Que bonito Maria...yo también pienso en mi isla, en la Mía si ha gatos y maúllan sin cesar, no llegan a alcanzar las bandadas de caballitos de mar que vuelan sobre ellos......

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