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sábado, 19 de diciembre de 2009

Fijación

Dos direcciones.

Él.

Tira el balón.

Le da una dirección.

Ya no hay marcha atrás.

Se convierte en jinete

por unas horas.

El camino es largo.

Galopa.

Pero observa todo lo que le rodea.

Se para.

Un campo de puerros.

Coge un manojo.

Crea un ramo de puerros.

Él es creativo de nacimiento.

Y no estándar.

Galopa otra vez.

El camino se acaba.

Le entra un espasmo.

Pero del bueno.

Del que no duele.

Un espasmo

gratificante.

Llega.

La ve.

Una mujer

de piernas escandalosas

y tobillos de vicio.

Lo que no sabe él

es que la otra dirección

le hubiera llevado

al mismo destino.

Así lo quería ella.


Escrito por María del Río.


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