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sábado, 19 de diciembre de 2009

De Espaldas

Una calle.

Ancha.

Vacía de coches.

Parecía como

si hubieran cortado

la calle

para rodar una secuencia

de una película.

Pero no era por eso.

El motivo era

una silueta.

Una silueta femenina.

Desde la otra punta de la calle

grita un hombre.

Le grita a ella.

Pero es un grito

encantador.

Y es que el hombre

era atractivo

por fuera y por dentro.

Un "ahora"

en esas dos siluetas.

Ese grito

decía...

Tú!

Niña...

Guapa...

Te pido que hagas algo por mí.

Cruza el paso de cebra

con todo el desparpajo que tienes.

Te permito un traspiés

y dos y tres...

Pero viaja hacia mí.

La chica

lo hizo.

Pero no como imposición

ni sumisión.

Lo hizo

porque era una petición original.

Y ella

cruzó la calle

sensualmente

con estilo

y rebosante

de luz.

Bailaba

y el asfalto

se enamoraba

de ella.

Lo hizo.

Pero de espaldas.

Y es que su espalda

lo valía.

Y él lo sabía.

Escrito por María del Río.

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